Cómo conocimos a Bielsa - PARTE 2
- Brogger
- 22 abr 2020
- 6 Min. de lectura
Después del intercambio de mails con Stix, seguimos planeando la última parte de nuestro viaje manteniendo las fechas de la visita a Leeds en calendario, pero tratando de no pensar mucho en eso para no hacernos la cabeza. No voy a negar que a pesar de todo seguíamos buscando un plan B por si no teníamos suerte con Stix, aunque nunca apareció uno concreto. Sam, nuestro amigo de Leeds, nos siguió ayudando con todo lo que necesitábamos saber. Nos contó que iba a hacer su tesis de la facultad acerca de su equipo y del fanatismo que generó Bielsa masivamente, por lo que en algún momento le iba a venir bien entrevistarnos. Era lo menos que podíamos hacer para agradecerle. Dos días antes de partir, se nos cayó nuestro principal Plan B: nos enteramos que nos sería imposible conseguir entradas a través de la web del equipo local, por lo que volví a escribirle a Stix avisándole que estaríamos viajando en breve, y comentándole la mala noticia. Sin embargo, otro nuevo traspié golpeó la puerta: el hombre no estaría en su ciudad por unos días y no podía hacer nada hasta volver, así que seguíamos caminando en la niebla. Debíamos seguir esperando...
Sin embargo, otro nuevo traspié golpeó la puerta: el hombre no estaría en su ciudad por unos días y no podía hacer nada hasta volver, así que seguíamos caminando en la niebla. Debíamos seguir esperando...
Como dije previamente, a pesar de que la idea del viaje era que fuese para ver mucho fútbol, no tuvimos mucha suerte con las fechas, así que la perspectiva mutó un poco: hacer un viaje documental, donde el fútbol sería uno de los temas a tratar. Vimos al Leyton en Londres ganar en vivo en un estadio muy lindo con un pasto mejor que el de cualquier cancha argentina; después no volvimos a ver fútbol europeo ni siquiera en televisión hasta llegar a Manchester, 10 días después. Mientras tanto, seguíamos los partidos de nuestros equipos de Argentina como podíamos (el River Boca por la Libertadores, incluído). En medio del viaje y sabiendo que Stix había vuelto a Leeds, me comuniqué con él una vez más. Su respuesta fue la siguiente:
“Hola Nicolás, voy a ver qué puedo hacer, pero no voy a poder confirmarte nada hasta el día antes del partido” .
Así, seguía nuestra espera mientras saltábamos de ciudad en ciudad. Arribamos entonces a Leeds el viernes 25 de octubre sin certezas. Ese día, Sam nos consiguió un contacto que vendía una sola entrada para el partido, que en el momento era mejor que nada, por lo que se la confirmamos al hombre que la vendía mientras seguíamos rastreando. Sam también nos comentó que el equipo seguramente saldría con rumbo a Sheffield esa tarde desde el estadio Elland Road.

Leeds nos recibió con lluvia, lo que no detuvo nuestra ida al club para ver al equipo. El recinto estaba cerrado, había sólo un guardia y un par de trabajadores. No había entradas para el partido. Después de rodearlo un par de veces, encontré una puerta abierta y me mandé sin pensarlo. Recorrí un par de pasillos internos y estuve a punto de salir a una de las tribunas, pero escuché un ruido y volví corriendo afuera donde me esperaban mis amigos. Finalmente, el guardia nos echó y aunque nos quedamos mirando de lejos, al parecer la información de Sam era, por primera vez, errada. Queríamos encontrarnos con él ese día, pero la lluvia dificultó mucho las cosas y no pudimos. Volvimos medio cabizbajos al hotel, y a la noche fuimos a comer a un pub cercano. Stix todavía no se había puesto en contacto.
Me senté, y esperando la comida, le mandé el último mail, preguntándole por noticias. Ya estábamos resignados: teníamos una sola entrada confirmada, por lo que viajaríamos a Sheffield para ver si conseguíamos algo más, sin muchas esperanzas. Pero diez minutos después llegó la comida, y con la comida, también llegó una notificación a mi celular. Mail de Stix. Les comenté a mis amigos, y lo empecé a leer en voz alta:
“Son buenas noticias. A pesar de que las entradas están agotadas, les conseguí 3 tickets para el partido. Llámenme a este número mañana cuando lleguen a Hillsborough”.
El grito de los tres hizo que todo el bar nos mirara raro, mientras en la pantalla de la televisión el Leicester goleaba al Southampton. No lo podíamos creer. Volvimos al hotel temprano y nos fuimos a dormir con sonrisas en las caras. El partido era al mediodía, por lo que cada segundo contaba.

Dejamos nuestras cosas en el hotel ya que volveriamos a buscarlas a la tarde, y salimos en omnibus hacia Sheffield, ciudad de los Arctic Monkeys. La lluvia no cesaba, pero no importó. Arribamos al centro semi vacío y nos tomamos un nuevo bus que nos llevó al estadio en las afueras después de mil vueltas: Hillsborough es tristemente recordado por una tragedia donde murieron 96 personas en 1989, por eso está cargado de historia. Antes de entrar, compramos un vino argentino como agradecimiento para Stix, y nos dirigimos a la puerta visitante a esperar al equipo. Nos sorprendió el fácil acceso que había: tan solo una valla y algunos hinchas curiosos. Cinco minutos después, el plantel estaba bajando con Bielsa a la cabeza, que saludó y entró, concentrado. Una persona del cuerpo técnico vio mi camiseta y exclamó “Dale, Millonario”. Llamamos a Stix, que salió con una sonrisa a darnos las entradas. Charlamos un poco, aceptó el vino y nos dijo que lo buscáramos en ese lugar después del encuentro para ver si conseguíamos charlar con el técnico.
Llamamos a Stix, que salió con una sonrisa a darnos las entradas. Charlamos un poco, aceptó el vino y nos dijo que lo buscáramos en ese lugar después del encuentro para ver si conseguíamos charlar con el técnico.
Así fue que nos acomodamos en nuestros lugares. Fue raro estar en la misma tribuna en la que había sido la tragedia; se sintió extraño. Ese partido cambió la historia del fútbol inglés, pero quedará para más adelante su historia. De vuelta al presente, el Leeds y el Sheffield no se sacaron ventajas, y todo terminó en un 0-0 que no satisfizo a nadie. La nota en la tribuna la dió una mujer chilena que el día anterior había ido a buscar unas palabras de Bielsa al restaurant donde este se encontraba, y el técnico se quedó charlando con ella durante una hora sobre el conflicto en su país, además de encargarse de conseguirle una entrada.
El momento había llegado. Volvimos de vuelta a la entrada visitante y esperamos un rato. Stix se acercó entonces y nos dijo que ya había hablado con Marcelo, pero que tendríamos que llamarlo cuando saliese para que nos viera. Los jugadores empezaron a pasar por adelante nuestro en dirección al omnibus, y último salió el DT. Saludó al público, pero al principio no nos vio. Lo seguimos con la vista mientras empezaba a alejarse hacia el transporte, decepcionados. El objetivo se esfumaba de un momento al otro. Pero de repente siguió de largo sin subir, y nos miramos entre nosotros. ¿A dónde iba? En silencio y observando de lejos, empezamos a ir tras sus pasos. Salió de los límites del estadio y caminó un par de cuadras con dos personas, hasta un estacionamiento, mientras nosotros estábamos listos para encararlo. Finalmente, vimos nuestra chance:
-Marcelo! Bielsa se dio vuelta con una sonrisa. -Vinimos a Leeds a ver al equipo y a conocerte, estuvimos hablando con Stix. -Sí! Me comentó, ¿cómo vieron el partido?
Lo que siguió fue un minuto charlando sobre fútbol, mientras Bielsa se metía un chicle en la boca con calma y con una sonrisa. De repente, uno de sus hombres lo sacó de la situación: estaban apurados. Marcelo tenía que partir. Nos despedimos con una foto y un gran agradecimiento y vimos al auto irse detrás del omnibus. Habíamos cumplido el objetivo.

Habíamos cumplido el objetivo.
El primer bus, el que nos llevaba a la terminal tardó tanto en llegar que tuvimos que correr para alcanzar el segundo hacia Leeds, sólo para darnos cuenta de que este no había llegado aún, (y también tardó su buen tiempo). Cuando arribamos nos corría el reloj, así que agarramos rápido nuestras cosas y salimos hacia otra nueva terminal, con destino a Liverpool. Allí nos encontrábamos cuando de repente nos llegó un mensaje de Sam, que nos dijo que estaba viniendo corriendo a saludarnos. Qué hombre, Sam. Llegó agitado y nos sacamos una foto para terminar de certificar la aventura, al mismo tiempo que veíamos que nuestro bondi SE ESTABA YENDO. Corrí a decirle a la chofer que esperara, y aunque estuvo realmente muy cerca de irse sin nosotros, aguardó de mala gana. Nos despedimos de nuestro amigo y finalmente abandonamos Leeds. La historia estaba escrita.
By: Nico Péés Labory
También disponible en formato Podcast:
https://open.spotify.com/episode/2S5Y3HZPIDXJ0rmHrNBnjK?si=c0ShBkuyQyOQuYOU8omL2A
Comments