Hola, soy Mon!
- Brogger
- 16 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Soy Simón Calise, tengo 22 años y me gusta viajar tanto como me gusta el dulce de leche.
Me considero un afortunado por tener la posibilidad de conocer este eterno e inabarcable mundo. Desde que tengo memoria, el hecho de viajar ya relaja mi cabeza, me predispone al buen humor y me trae buenos recuerdos. Desde siestas interminables en el auto familiar, libros que abren la cabeza, mates ruteros, charlas espontáneas pero profundas, miradas clavadas en los paisajes y música de fondo… Todo en el concepto del viaje es positivo. Uno está con esa perspectiva de ignorante, de aquel que no conoce lo que está viendo y viviendo, o que, si lo conoce, lo aprecia con sorpresa.

Empecé desde muy chiquito viajando al noroeste argentino (a Jujuy más precisamente) donde tengo familia. Mi rincón acogedor en el mundo, la Finca Yala. Con solo pensar en ella, una sonrisa nostálgica se me dibuja en la cara. El húmedo aroma de la lluvia de verano, el silencio ensordecedor de su monte, los cristalinos ríos invernales y su pureza…
En fin, una relación increíble con la naturaleza, mezclada con un aire de afectos y cariño. Comida casera, familia y mucho disfrute.
Recuerdo también viajes a la costa bonaerense y a Tandil, donde también tengo familia y recuerdos imborrables. Otros tantos a las hermosas provincias de Córdoba, Mendoza, Catamarca, Tucumán… En fin, Argentina es un país enorme y riquísimo en paisajes, y mi familia siempre me dio la facilidad de poder conocerlo en su mayoría.
Pero una vez ya mayor de edad, emprendí viajes con amigos por Latinoamérica (Brasil, Uruguay, Bolivia, Perú) como mochilero. Nombro simplemente los lugares, pero no se pueden imaginar la riqueza de cada uno, espero poder describirla bien en su momento.
Hasta que un día, surgió la posibilidad de visitar Europa. El famoso “cruzar el charco” se me hizo posible hace algunos años, y fue un camino de ida en esta “viajadicción” que tantos llevamos en nuestro interior. El bichito viajero que me picó de chico se hizo imposible de ignorar y emprendí mis viajes independientes.
Hoy puedo decir que conozco 16 países y (¿solo?) 2 continentes, y no voy a parar hasta conocerlos todos.
El foco del viajero está en disfrutar, y mi vida tomó ese rumbo desde que pude tomar decisiones por mí mismo y tuve la independencia tanto económica como personal para largarme al mundo, abrir mis poros y dejarlos llenarse de alegría y conocimiento. Pero más que nada, experiencias de diversidad y plenitud. Con el tiempo aprendí que se trata de enriquecerme por todo lo que tengo a mi alrededor. De observar, escuchar, apreciar y absorber aquello que nos regala el mundo, nuestro mejor maestro.
Viajar te deja sin palabras, y luego te convierte en un narrador de historias, dijo una vez un sabio.
¿Qué tal si nos convertimos en narradores juntos?
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